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Novedades en materia de seguridad nuclear mundial

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Los pasados 12 y 13 de abril cuarenta y siete Estados convocados por Estados Unidos celebraron en Washington una Cumbre de Seguridad Nuclear cuyos principales resultados fueron los siguientes:

China, aunque no renunció a la solución dialogada de la crisis de Irán -gran ausente, como Corea del Norte, en la Cumbre, al no ser invitado-, se mostró más receptiva hacia Estados Unidos respecto a la imposición de sanciones a Irán por su programa nuclear. China es ya el principal socio comercial de Irán -que puede ver acentuado su aislamiento-, pero al mismo tiempo desea evitar cualquier confrontación directa con Estados Unidos, de ahí que, por ejemplo, haya optado por reducir sus importaciones de petróleo iraní siguiendo las directrices estadounidenses para presionar a la República Islámica. Como apunta un análisis de Stratfor publicado el 16 de abril, la estrategia de China pasaría entonces por proponer la redacción de una resolución de la ONU que impusiese a Irán sanciones algo más ligeras y no focalizadas en el sector energético iraní para no perjudicar los intereses comerciales chinos, lo que le permitiría dilatar en el tiempo la imposición de sanciones duras a Irán sin que se pusiese en tela de juicio su disposición a atender sus compromisos sobre no proliferación nuclear y cooperación con Estados Unidos. De cualquier manera, resulta altamente improbable que China vete en el Consejo de Seguridad sanciones a Irán, aunque fuesen severas.

Rusia también se mostró más proclive a sancionar a Irán -con medidas proporcionadas que no exasperen innecesariamente a la población iraní- como consecuencia de la mejora de las relaciones ruso-estadounidenses plasmada el 8 de abril en la firma del tratado Nuevo START sobre reducción de armamento nuclear, y, según algunas fuentes, también como consecuencia de la decisión de Irán de enriquecer uranio con sus propios medios, sin ayuda de Rusia, cuyos intereses económicos por tanto han podido verse perjudicados.

Francia -entre otros Estados, como Alemania- exigió al Consejo de Seguridad el endurecimiento de las sanciones a Irán y no renunciará a su armamento nuclear unilateralmente. Sin embargo, Canadá, siguiendo el ejemplo de Chile, devolverá a Estados Unidos en 2018 buena parte de las reservas de uranio altamente enriquecido que éstos le suministraron en su momento, con el fin de garantizar la seguridad del material radiactivo, mientras que Ucrania se deshará en torno a 2012 de sus reservas de uranio altamente enriquecido con la asistencia técnica y financiera estadounidense y pasará a obtener energía con uranio de mayor pobreza. México también se comprometió en términos similares.

Brasil, en pleno desarrollo de su tecnología nuclear -está construyendo su tercer reactor atómico-, se mostró ambiguo en su posición respecto a Irán y defendió el derecho de éste a desarrollar este tipo de tecnología con fines no bélicos, si bien apeló a la eliminación total de todos los arsenales nucleares como única manera de imposibilitar el acceso a ellos por agentes que, como Al-Qaeda, no pretendan hacer un uso pacífico de la energía nuclear. Así, Brasil y Turquía plantearon, como alternativa a las sanciones a Irán, que un tercer Estado reciba inmediatamente una parte del uranio enriquecido por Irán y lo intercambie por combustible nuclear proporcionado por los Estados occidentales.

Todos los Estados asistentes a la Cumbre se mostraron de acuerdo sobre el grave riesgo que entraña para la seguridad mundial el mercado negro de uranio y plutonio enriquecidos, un mercado en el que pueden operar organizaciones terroristas, situadas principalmente en Paquistán y las antiguas repúblicas soviéticas. En consecuencia, también todos se comprometieron -quizá con excesiva ambición- a tener localizado y controlado en un plazo de cuatro años todo el material peligroso, con el fin de evitar nuevos incidentes relacionados con el tráfico ilegal de material nuclear, como los más de 1.600 contabilizados desde 1993 por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).